Jesús fue clavado en la cruz, con un cartel encima de él que detallaba el cargo en su contra que decía “EL REY DE LOS JUDÍOS”. Continuaron burlándose de Él, y después de un tiempo, Jesús gritó y le preguntó al Padre por qué lo había abandonado. Después de que le dieran a beber una esponja con vinagre de vino, Jesús dejó escapar un fuerte grito y exhaló su último aliento. El velo del templo se rasgó en dos y muchos se dieron cuenta de que Él verdaderamente era el Hijo de Dios.